HABLEMOS SOBRE EDUCACIÓN
¿qUÉ ES EL CIBERACOSO?
Cervera (2009) define el ciberacoso como una situación en la que una persona, de forma intencionada y repetida, ejerce su poder o presión sobre otra con ayuda de medios electrónicos y de forma maliciosa, con comportamientos agresivos, tales como insultar, molestar, el abuso verbal, las amenazas, humillaciones, etc.
Por otro lado, Maite Garaigordobil (2011) acota el ciberacoso como el acoso que incluye el uso de correos electrónicos, mensajes instantáneos, mensajes de texto e imágenes digitales, enviadas a través de teléfonos móviles, páginas web, bitácoras webs (blogs), salas de chat o coloquios online, y demás tecnologías asociadas a la comunicación digital.
Por su parte, Monelos (2016), para dar su definicion de ciberacoso, nos hable del uso vejatorio de algunas tecnologías de la información y la comunicación como el correo electrónico, los mensajes del teléfono móvil, la mensajería instantánea, los sitios personales y/o el comportamiento personal en línea por redes sociales, establecido de manera difamatorio, de un individuo o un grupo, que deliberadamente, y de forma repetitiva y hostil, pretende dañar a otra persona.
características del ciberacoso
Una vez que hemos definido el concepto de ciberacoso basándonos en los diferentes puntos de vistas expresados por los distintos autores, debemos seguir ahondando un poco más para seguir acotando todo lo que engloba a esta problemática. Para esto es necesario establecer una serie de características que lo diferencien de otras problemáticas en las que el acoso es el punto de partida, para ello recurriremos a Luengo (2014), el cual en su trabajo Ciberbullying prevenir y actuar expone que las situaciones de ciberacoso siempre parten de un hecho aislado, y no se debe considerar como una situación de acoso a un hecho puntual, sino que se deben valorar también su gravedad, consecuencias, repercusión, así como los daños que pueda acarrear a la víctima.
Además, este mismo autor afirma que es imprescindible que existan diferencias de poder y prestigio social entre el acosador o acosadores y la víctima, produciéndose siempre el acoso mediante el uso de las nuevas tecnologías, es decir, mediante las redes sociales, chats, juegos online, difusión de fotografías o videos comprometidos, etc., haciendo uso de ordenadores, tabletas, teléfonos, consolas, etc.
Añade también, que a pesar de que el ciberacoso se produce a través de las nuevas tecnologías, es necesario que exista un contacto físico previo entre la víctima y el acosador, debido a que es muy frecuente que el ciberacoso se origine a raíz de diferentes situaciones de acoso previa en los distintos contextos que comparten víctima y acosador. Aunque con el paso de los años, cada vez se está produciendo más casos de ciberacoso aislado que surgen directamente en los espacios virtuales.
Es conveniente destacar también que, en el inicio de la acción acosadora, no siempre existe un deseo de ocasionar daño a la víctima, aunque al emplear los medios digitales aumentan drásticamente las probabilidades de dañar al damnificado. Debido al gran impacto y rapidez de la Red es difícil que el agresor llegue a imaginar, en un principio, la trascendencia y magnitud de sus acciones.
Por otro lado, es muy común pensar que el ciberacoso solo engloba aquellas situaciones caracterizadas por la difusión de fotografías o videos de una persona con el objetivo de mofarse de ella, aunque en realidad esta problemática abarca muchas más acciones. Torres Albero Robles y de Marco (2014) expresan una serie de acciones y comportamientos típicos que se producen cuando hablamos de ciberacoso, destacando el hecho de compartir en la Red imágenes o información que puedan comprometer a la víctima, inscribir a esta en portales webs con el fin de humillarla, atacarla o saturarla de spam y mensajes de desconocidos que buscan algún tipo de servicio, o crear un perfil falso para suplantar a la víctima en la Red con el objetivo de dañar y manchar el nombre de la de esta.
Además, recogen otras acciones como incitar a la víctima en un sitio web, con el fin de buscar una reacción de esta que pueda provocar que los moderadores del portal web lo excluyan de este, suplantar a una persona conocida por la víctima, con el objetivo de engañarla e intentar conseguir algún tipo de material que pueda usar en su contra esta, y compartir en la Red grabaciones en las que se intimida, humilla, agrede, etc., a la víctima, de tal forma que el acosador además de disfrutar de sus acciones de acoso también disfruta de la burla y las reacciones que provocan estas grabaciones en Internet.
Son también típicas del ciberacoso acciones como invadir el correo electrónico del afectado con el fin de controlar sus mensajes, crear bulos con el objetivo de que las personas que se enteren de este falso rumor reacciones negativamente hacia la víctima, u hostigar continuamente a la víctima con llamadas o mensajes intimidadores y ultrajantes por medio de las redes sociales, de tal forma que esta se sienta perseguida e incómoda al usar sus diferentes redes sociales.
De las características anteriores podemos extraer a los actores principales existentes en una situación de ciberacoso, podemos distinguir entre la víctima y el acosador, aunque existen otros actores que no son los que ejercen o reciben directamente las acciones de acoso, sino que son los observadores, es decir, todas esas personas que son conscientes de que se está produciendo una situación de ciberacoso.
roles en situaciones de ciberacoso
Según Legue Magendzo (2013) las víctimas se caracterizan por presentar una actitud sumisa y tímida, acompañado de escasas habilidades sociales que dan lugar a una situación de aislamiento social. Se muestran también pasivas frente a las agresiones. Además, Beane (2006) añade que el afectado por la situación de acoso experimenta cambios repentinos en su actitud, falta de concentración, así como perdida del interés por el ámbito académico. Por su parte, Teruel (2007) añade que la víctima muestra temor a ir a la escuela, debido a que se encuentran ante una situación que no es capaz de afrontar ni defenderse, generándole ansiedad, nerviosismo y perdida de esperanza por cambiar esta situación. Todo esto desencadena continuos episodios de depresión.
Por otro lado, los acosadores son, según Teruel (2007), alumnos educados en un entorno familiar hostil y desestructurado, caracterizado por la falta de afecto y cariño, de tal forma que emplean la fuerza para ocultar sus debilidades. Muestran actitudes desafiantes e intimidatorias sin apenas mostrar empatía por los demás, basando sus estrategias de resolución de conflicto única y exclusivamente en la fuerza. Así mismo, Legue Magendzo (2013) agrega que suelen ser alumnos a los que les gusta mostrar una dominación y control permanente sobre su entorno, imponiendo continuamente su poder. En muchas ocasiones los agresores suelen poseer una mayor envergadura y fuerza que sus iguales, y aunque tienen un autoconcepto positivo, esté necesita constantemente el reconocimiento de los demás. Además, como menciona Cerezo (2001), el acosador se suele ver a sí mismo como una persona fuerte y sincera, creyendo poseer grandes dotes para liderar a los demás. Su autoestima suele ser positiva, por lo que tiende a intimidar a todo aquel que él considera inferior y más débil que él.
Por último, y en referencia a los espectadores, Legue Magendzo (2013) diferencia entre los espectadores que observan las situaciones de acoso sin hacer absolutamente nada, y los espectadores que incitan y animan al agresor. Apunta también este autor, que los espectadores son cómplices del agresor, puesto que no hacen nada para detener las situaciones de acoso.
Morales Reynoso, Serrano Barquín, Miranda García, y Santos López (2014) van un poco más lejos, y aunque parten del perfil tradicional del acosador, establecen una categorización según las motivaciones del ciberacosador, distinguiendo cuatro perfiles propios del ciberacosador, los cuales recogemos continuación:
Ángel vengador: Presentan actitudes sociales positivas, y se sienten incapaces de actuar frente a situaciones de acoso físico, aunque sienten que deben aprovechar sus habilidades y destrezas informáticas para llevar a cabo una venganza virtual. Se ven a sí mismos como vengadores y protectores de sus amigos que han sufrido acoso escolar.
El sediento de poder: Este tipo de ciberacosador se caracteriza por ser también un acosador en los espacios físicos, y para demostrar su poder buscar acosar también en los espacios virtuales.
Las chicas malas: Son grupos de chicas que suelen gozar de popularidad en los espacios físico, y se caracterizan por realizar acciones de ciberacoso basadas en la realización de burlas, creación de bulos, excluir a otras personas, etc. Sienten que tienen la potestad para decidir quién es popular y quien es excluido.
Abusón por accidente: Suelen ser niños que realizan acciones de ciberacoso por mero aburrimiento, no buscan provocar dolor en la víctima, y no es consciente de las consecuencias de sus acciones. Este tipo de ciberacosador carece de habilidades sociales en el terreno real, aunque se muestran extrovertidos y populares en los espacios virtuales, debido al gran dominio tecnológico que posee.
diferentes roles en el ciberacoso
VÍCTIMA
Sumisa
Tímida
Temerosa
Nula concentración
Baja sociabilidad
Ansiosas
Depresivas
ACOSADOR
Familia difícil
Escaso afecto
Desafiante
Intimidador
Baja empatía
Dominador
Controlador
Autoestima positiva
ESPECTADOR
Activos
Pasivos
¿qué es y qué no es ciberacoso?
Existen ciertas confusiones acerca de lo que es y lo que no es el ciberacoso. Aunque ya hemos profundizado en todo aquello que rodea a esta problemática, creemos que es muy importante definir también aquello que no es Ciberacoso, puesto que existe la posibilidad de asociar erróneamente con este fenómeno todo aquello que consiste en acosar mediante el uso de Internet. Para evitar estas asociaciones erróneas, vamos a definir otros tipos de acoso que se realizan por medio de la Red.
En primer lugar, no podemos confundir el ciberacoso con el grooming, concepto que hace referencia al “acoso ejercido por un adulto y se refiere a las acciones realizadas deliberadamente para establecer una relación y control emocional sobre un niño o niña con el fin de preparar el terreno para el abuso sexual del menor” (INTECO, 2009).
Del mismo modo, no podemos confundirlo con el sexting, el cual consiste en el “el envío de contenidos gráficos (fotografías y vídeos) de tipo sexual, producidos generalmente por el propio remitente, a otras personas, a través de servicios de mensajería electrónica que ofrece la telefonía móvil” Irma (2014).
Actualmente existe cierta controversia a la hora de determinar las diferencias y similitudes que existen entre el ciberacoso y el acoso escolar, aunque recientes investigaciones destacan que ambos fenómenos están fuertemente ligados y relacionados. Garaigordobil (2013), nos habla sobre un gran proceso de acoso, del que el ciberbullying y el acoso escolar forman parte, de tal modo, que por un lado existe la posibilidad de que el acoso cibernetico tenga su origen a raíz de una situación de acoso escolar, en la que el acosador decide hostigar a su víctima no solo en la vida real, sino que también decide acosarla en los espacios virtuales. Y, por otro lado, cabe la posibilidad de que se produzca una situación de ciberacoso, sin que haya existido anteriormente una situación de acoso escolar, pero con el paso del tiempo este acoso a través de Internet de lugar a un acoso físico.
Como hemos observado, el ciberacoso y el acoso escolar comparten numerosas características, que los hacen ser dos fenómenos cercanos y relacionados, aunque también es cierto que podemos establecer algunas diferencias entre ambas problemáticas. Maya (2014) establece una serie de diferencias entre el ciberacoso y el acoso escolar, la cuales recogemos continuación.
CIBERACOSO
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Se realiza cara a cara.
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Se produce en medios físicos.
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Los canales para humillar, agredir, amenazar, atemorizar, etc., a la víctima son limitados.
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Las amenazas, humillaciones y actos de acoso son observados por un círculo muy cerrado de personas.
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El acoso escolar está limitado en espacio y tiempo, normalmente en el colegio y en horario escolar.
ACOSO ESCOLAR
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Puede ser anónimo debido al anonimato que otorga Internet.
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El acoso se ejerce a través de las TIC.
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Internet dispone de infinidad de herramientas, portales webs, redes sociales, etc., que dependiendo de los conocimientos del acosador podrán ser usados para realizar un hostigamiento más continuo y permanente.
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Los actos de acoso, al realizarse por medio de Internet adquieren una mayor difusión y trascendencia.
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El acoso puede ser ejercido desde cualquier lugar y a cualquier hora.
Podemos afirmar que, aunque el ciberacoso es una evolución del acoso escolar, ambos poseen características propias y, a su vez encontramos notables diferencias al comparar el ciberacoso con otros tipos de acoso (sexting y grooming) en los que también se emplean las nuevas tecnologías para acosar a la víctima, por lo que no se debe introducir las distintas formas de acoso a través de Internet en un mismo saco, sino que se deben concebir como fenómenos de distintas naturalezas.
¿Qué dice la ley sobre el ciberacoso?
El ciberbullying se encuentra recogido de forma indirecta en el código penal español, y aunque la realización de ciberacoso no implique directamente un delito, es cierto que llevar a cabo este tipo de acoso da lugar a la realización de diferentes actos que están recogidos en el código penal y pueden ser considerados como diferentes delitos. INTECO (2009) analiza el Código Penal con el objetivo analizar la situación del ciberacoso dentro de este, observando de que al llevar a cabo estas practicas se pueden estar cometiendo los siguientes delitos:
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Amenazas: Recogidas en los artículos 169 a 171 del Código penal, considerada como delito cuando se realiza sin justificación alguna y con el objetivo de ocasionar algún tipo de daño.
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Coacciones: Se recoge en los artículos 172 y 173 del Código Penal, tomándose como un delito siempre y cuando se obligue, mediante la violencia, a alguien a realizar o dejar de realizar una acción.
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Injurias: Reguladas en los artículos 206 a 210 del Código Penal, estableciéndose como un delito cuando se produzca algún tipo de expresión o acción que dañe la dignidad, fama o estimación propia de una persona.
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Calumnias: Recogidas en el artículo 205 del Código Penal, se establece como delito cuando se imputa falsamente un delito a una persona determinada o determinable.
estadísticas sobre el ciberacoso
En los últimos años, hemos podido observar como los casos de ciberacoso aumentan, las estadísticas revelan datos cada vez más alarmistas y preocupante, es por esto por lo que muchos países cada vez otorgan una mayor relevancia a esta problemática.
Según Flores Fernández y Casal Lodeiro (2008) este crecimiento de las situaciones de ciberacoso de debe principalmente a la gran expansión de las nuevas tecnologías y a la gran disponibilidad de estas, siendo muy fácil acceder a ellas, por lo que cada vez son más las personas que desarrollan gran parte de sus actividades sociales en la Red, provocando que le otorguemos una mayor importancia a estas interacciones virtuales. Así mismo, Internet posee la característica que en apenas unos clics podemos relacionarnos con millones de personas, por lo que existen un mayor número de candidatos a los que acosar y hostigar, al contrario de lo que ocurría en el acoso tradicional, el cual estaba limitado en el tiempo y el espacio. Además, a través de las pantallas se pierden infinidad de sentimientos propios de las interacciones humanas, por lo que es más difícil que las personas que emprenden acciones de acoso puedan percibir el daño que realmente están provocando en otras personas.
Estos autores afirman que unido a lo anterior, también contribuyen a la creciente proliferación de casos de ciberacoso las propias características de Internet, es decir, la rápida difusión y magnitud que tienen las acciones en este medio, así como los roles y actitudes que las personas desarrollan en la Red. Las nuevas tecnologías añaden un nuevo matiz a las situaciones de acoso, mientras que en el acoso tradicional la víctima no comunicaba su situación a ningún adulto por miedo a las reprimendas del acosador, ahora en el ciberacoso se añade también el miedo de la víctima a que su familia le prohíban el uso de las nuevas tecnologías.
Por otro lado, para situarnos y observar con un mayor detenimiento la gravedad del ciberacoso en la sociedad, analizaremos los resultados obtenidos por Calmaestra et al. (2016), en su informe Yo a eso no juego, para el cual se ha necesitado la participación y colaboración de 21.487 estudiantes, cuyas edades oscilan entre los 12 y 16 años, por lo que son alumnos que se encontraban cursando la Educación Secundaria Obligatoria. Estos estudios muestran que el 9,3% de los estudiantes han sido víctimas de acoso escolar, mientras que un 6,9% han sufrido ciberacoso. Por otro lado, el 3,7% de los estudiantes encuestados afirman haber sido víctimas tanto de acoso escolar, como de ciberacoso, quedando sumergido en ambas problemáticas.

Con el objetivo de conocer cómo influye el sexo a la hora de desarrollar una situación de acoso escolar o de ciberacoso, analizaremos la anterior, en la que recogemos los resultados obtenidos en las investigaciones de Calmaestra et al. (2016), y en la que observamos que las chicas son más vulnerables a la hora de sufrir una situación de acoso. Un 10,6% de las chicas afirman haber sido víctimas de acoso escolar, frente a un 8% de los chicos. Respecto al ciberacoso, un 8,5% de las chicas han sido víctimas de esta problemática, frente a los chicos que un 5,3% dice haber sido ciberacosador.
Los estudios realizados por Mascheroni, Casado, Jiménez Iglesias y Garmendia Larrañaga (2016) reflejan que, entre los dispositivos más utilizados por los menores de edad para acceder a Internet, destacan el uso de los ordenadores portátiles y tabletas, aunque el dispositivo por excelencia y preferido es el smartphone. También se centran en el análisis de los lugares de Internet, con el objetivo de determinar en qué lugares de la Red se producen un mayor número de situaciones de ciberacoso. Los resultados determinan que es a través de la mensajería instantánea, en el caso de España, a través de WhatsApp, donde se desarrollan más acciones de ciberacoso, seguido por las redes sociales y los chats de sitios webs.
Por último, no podemos olvidar que el ciberacoso atiende también a edades, es decir, existen ciertas edades en las que se han observado que es más común y probable que se desarrolle esta problemática. A partir de unos estudios realizados por Statista (2015) hemos elaborado la siguiente tabla, en la cual que se analiza la relación entre la edad y el ciberacoso, observando que el ciberacoso se produce cada vez en edades más temprana, es decir, comienza a manifestarse incluso antes de los nueve años, aunque es a los trece y catorce años, cuando más casos de ciberacoso se producen, teniendo en esta horquilla de edades el punto más problemático. Una vez pasado los catorce años, esta problemática parece menguar, aunque siguen existiendo un gran número de casos hasta cumplir los dieciocho años, momento en el que el niño pasa a ser mayor de edad, y no podemos seguir hablando de ciberacoso.

factores de riegos del ciberacoso
Numerosos estudios han intentado profundizar en el ciberacoso, con el objetivo de conocer un poco más sobre esta problemática, intentando averiguar si existen alguna serie de condiciones o características que puedan presentar las personas o el contexto, que faciliten el desarrollo de situaciones de ciberacoso. García-Maldonado et al. (2012) realizó una investigación en la que pretendía establecer cuáles eran los factores de riesgo del ciberacoso. Estas investigaciones determinaron que el sexo es un factor de riesgo a la hora de experimentar una situación de ciberacoso, puesto que el hecho de ser niño otorga mayores probabilidades de convertirse en ciberacosador, mientras que las chicas presentan una mayor probabilidad de desarrollar el rol de víctimas. Por otro lado, establecía que la edad era sin duda un factor determinante, ya que al alcanzar los trece años se experimenta una mayor vulnerabilidad a verse inmerso en una situación de ciberacoso.
Si seguimos analizando estas investigaciones, destaca también como factor de riegos el tiempo que se dedica al uso del ordenador, teniendo una mayor contingencia a desarrollar el rol de ciberacosador aquellos niños y niñas que emplean más de una hora diaria al uso de este. De igual modo, el lugar desde el que se accede a la Red cobra especial relevancia, ya que aquellos niños que lo hacen desde un lugar sin el control de los adultos presentan mayores probabilidades de realizar acciones de ciberacoso. Por último, aquellas personas que han participado en una situación de acoso escolar tienen un mayor riesgo de verse involucrada en una situación de Ciberacoso, normalmente manteniendo el mismo rol.
¿cómo detectar el ciberacoso?
Cuando se está produciendo una situación de ciberacoso a nuestro alrededor, existen una serie de acciones, conductas y actitudes que si somos capaces de identificarlas a tiempo lograremos detectar que esta problemática se está desarrollando a nuestro alrededor, por lo que podremos actuar para frenar el acoso. La psicóloga Garaigordobil (2013) se centra y detalla las conductas propias que desarrollan los ciberacosadores y las victimas cuando son participes de una situación de Ciberacoso.
Las victimas suelen presentar una serie de conductas habituales caracterizadas por la evitación, miedo y ansiedad a la hora de afrontar situaciones cotidianas, que anteriormente nunca provocó ningún tipo de estrés. Además, muestran conductas depresivas, caracterizadas por una baja autoestima, tristeza, dolencias fingidas, inestabilidad emocional y alteraciones del sueño y de la alimentación. El rendimiento escolar también se ve mermado, al igual que ocurre con sus relaciones sociales, las cuales comienzan a disiparse, dando lugar al aislamiento social. Otra conducta típica es mostrarse estresados y enfurecidos tras el uso del teléfono móvil, ordenadores, tableta, etc., o nerviosos e incómodo tras recibir llamadas.
Por su parte, los ciberacosadores desarrollan una serie de conductas caracterizadas por la agresividad, intolerancia, violencia y dominio, queriendo siempre tener el control de la situación e intentando imponerse a los demás mediante agresiones psicológicas y verbales, llegando a amenazar y realizar chantajes con el fin de dominar a los demás. Suelen pretender manipular al resto de compañeros, siendo participe en la mayoría de los conflictos que ocurren a su alrededor. Además, el rendimiento escolar de estos alumnos suele bajo, por lo que todo lo relacionado con lo académico es relevado a un segundo plano.
Consecuencias del ciberacoso
El ciberacoso trae consigo una serie de consecuencias negativas, y no solo para la víctima, sino que afecta a todos los implicados en esta problemática, es decir, afecta a la persona acosada, el acosador y a los espectadores. Garaigordobil (2013) establece una serie secuelas propias del ciberacoso, las cuales recogemos continuación.
VÍCTIMAS
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Rechazo al ámbito académico, acompañado de escaso rendimiento escolar, baja autoestima, aislamiento social y falta de alegría.
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Baja popularidad social e inseguridad, culpabilidad y falta de conciencia sobre sus derechos.
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Las competencias emocionales se ven menguadas, desarrollando ansiedad al recordar las situaciones de acoso y por evitar múltiples situaciones, personas y contextos.
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Trastornos del ciclo de sueño, acompañado de enuresis.
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Depresión, que en los casos más radicales pueden conducir al suicidio.
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Escaso rendimiento académico, acompañado de una actitud negativa hacia la escuela.
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Dificultad para cumplir las normas, lo que desencadena que desarrolle conductas sociales negativas que dificultan la convivencia.
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Incapacidad para reflexionar y analizar sobre sus errores.
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Falta de empatía, por lo que no es capaz de conmoverse ante el dolor de los demás.
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Actitudes impulsivas, sentimiento de rabia y falta de responsabilidad.
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Consumo de drogas y alcohol.
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En algunos casos el acosador puede llegar a suicidase.
ACOSADORES
ESPECTADORES
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Falta de sensibilidad y solidaridad hacia los demás.
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Temor, culpabilidad y actitud de subordinación.
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Realización de actos delictivos y dañinos para los demás, como medio para conseguir lo que desea.
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